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La Real Academia Española (RAE) y las academias de la ASALE (Asociación de Academias de la Lengua Española) han publicado la Guía panhispánica de lenguaje claro y accesible. Concebida como una obra que persigue transparencia, síntesis, comprensión y facilidad de uso, busca explicar el lenguaje claro con lenguaje claro.

La Guía (Espasa, 2024), que cuenta con el apoyo de la Secretaría General Iberoamericana, intenta ofrecer recursos, advertencias, recomendaciones y conocimientos que puedan aportar luz y claridad en el lenguaje, tal como se adelantó en la presentación institucional que tuvo lugar durante la clausura de la I Convención de la Red Panhispánica de Lenguaje Claro y Accesible, celebrada en la RAE en mayo de este año bajo la presidencia de su majestad el rey.

Además de tratar sobre los principios comunicativos, abarca distintos aspectos del lenguaje claro y el lenguaje jurídico. También de la relación del lenguaje claro con el de la Administración, la empresa, el mundo del consumo o de la medicina, entre otros. Extiende la reivindicación de claridad a todos los ámbitos en los que el mal uso del lenguaje se convierte en una barrera de incomprensión para la ciudadanía.

El lenguaje de los poderes públicos en ocasiones puede resultar oscuro, incomprensible. Por eso, frente a la opacidad de algunas disposiciones que afectan a la ciudadanía en todos los ámbitos de su vida, ha cristalizado un movimiento internacional que, bajo la enseña «lenguaje claro», reivindica un nuevo derecho: el derecho a comprender.

Abundan en la obra consejos y recursos dirigidos a obtener textos diáfanos. Tales orientaciones se apoyan en un breve fundamento teórico que matiza sus razones y su alcance. Se sigue siempre la norma fijada por los diccionarios, gramáticas y la ortografía de la RAE y la ASALE. Ambas velan por la corrección y capacidad expresiva del español. Persiguen una lengua transparente en sus descripciones gramaticales, rica en recursos léxicos, segura en su ortografía y dotada de las pautas discursivas de claridad forjadas por nuestros grandes escritores. En definitiva, una lengua que posibilite el éxito comunicativo en todos los ámbitos: desde la conversación familiar hasta los tratados científicos o humanísticos, desde una solicitud hasta una ley o una sentencia.

Lenguaje claro y accesibilidad comunicativa mantienen estrechos vínculos. Ambos conceptos coinciden en un mismo objetivo: solucionar problemas en la comprensión de mensajes. La accesibilidad ha evolucionado hacia un diseño pensado desde el inicio para servir a todos y en todas las circunstancias (diseño universal). En esta Guía, se detallan asimismo diversas cuestiones relacionadas con la legibilidad o la comunicación y la accesibilidad espacial, visual, auditiva y cognitiva. Dedica, además, un apartado a la lectura fácil, a su relación con el lenguaje claro, a los conceptos sobre los que se fundamenta y los criterios que exige.

RECOMENDACIONES PARA UN LENGUAJE CLARO

Como avances generales para el logro de la claridad, se propone una buena formación lingüística de los profesionales, una mayor educación en disciplinas científicas a los ciudadanos; y, por último, se reclama el papel mediador de profesionales bien formados de la prensa.

En gramática, se efectúa la selección de los temas que mayores dificultades plantean a la claridad: prefijos, derivados largos, gerundios, género, pasivas, coordinaciones, subordinaciones… En la sección de discurso, se explican problemas frecuentes: el párrafo largo, los incisos, las enumeraciones, los rasgos que configuran el llamado estilo jurídico…

En semántica, se abordan conceptos que no siempre hallan acomodo en las guías, pero que son necesarios para comprender las razones que subyacen a la opacidad lingüística: significado, sentido, connotación, presuposiciones, implicaturas, ambigüedad, vaguedad, indeterminación, contradicciones, paradojas, eufemismos, redundancias…

El respeto de las normas ortográficas es esencial para la claridad de los mensajes escritos. Se destaca en esta Guía la influencia que en la claridad tienen la acentuación, la puntuación, el uso adecuado de las mayúsculas, así como el efecto de opacidad causado por las palabras no digeridas que nos llegan de fuera, lo que llamamos los extranjerismos crudos.

FUENTE: Red panhispánica de Lenguaje Claro y Accesible – Real Academia Española

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